domingo, 19 de octubre de 2014

CAPITULO 47

No está en la primera habitación en la que miro, ni en la siguiente. Por fin, tras cinco minutos de búsqueda, doy con él. Está repantigado en un sofá y una chica vestida con un biquini está sentada a horcajadas sobre él. John alza la vista hacia la puerta y me ve, pero continúa como si nada. Le toma de las manos y la atrae hacia sí. Le da un azote en el trasero y ella le contesta juguetona con unas palmaditas en el pecho. Luego le pasa una mano por su larga melena oscura y la acerca para darle un beso.

Una nube oscurece mi visión y siento que me voy a desmayar. Me aparto con un nudo en la garganta. Tengo que alejarme de allí. Corro entre la gente, paso por delante de la piscina y junto a un par de estrellas de cine. Sigo avanzando y salgo de la propiedad sin importarme dejar plantados a Paul y Kitty. Los paparazzis se ponen en guardia cuando aparezco, pero enseguida se relajan y se ponen a charlar entre ellos al comprobar que no soy nadie.

Corro por la carretera con el rostro inundado en lágrimas. Iré andando a casa. Estoy segura de recordar el camino.

Pero tras diez minutos comienzo a tener dudas. Todas las calles parecen iguales y durante el viaje en coche no preste mucha atención. Los pies me están matando. Llevo zapatos de tacón y la tentación de quitármelos es enorme, pero entonces reparo en los cactus que crecen a ambos lados de la carretera. Conociéndome, seguro que piso algún pincho o un cristal y acabo magullada y herida, además de llorosa y desesperada.

¿Cómo he acabado así? Me vio allí plantada y la beso de todas formas. Pensaba que yo significaba algo para él. Estos últimos días... ha sido agradable conmigo. Pensaba que me quería. Pensaba que..., ya sé que es una locura, pero llegué a pensar que quizá teníamos un futuro juntos... ¿Cómo has podido ser tan imbécil, Meg? Dios, ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Dónde mierda estoy?

Lloro todavía con más ganas y entonces me doy cuenta de lo boba que soy. Creo que me he perdido. Imagino a un violador o a un asesino agazapado, acechándome, dispuesto a lanzarse a por la chica que avanza sola por la carretera. ¡Que se joda John! Eso es lo primero que me digo, lo segundo es, joder, tengo miedo.

Aparecen unos faros doblando una esquina y yo me aparto e intento esconderme entre unos arbustos. El coche aminora la marcha. Joder, joder, joder, se acabó. ¿Podré correr con estos tacones? A lo mejor no me ve. ¡Ah, han parado!

—¡Meg!

Es Paul

—¡Paul! —grito mientras salgo de entre los arbustos.

Aparece otro coche doblando la esquina. Paul se inclina sobre el asiento del acompañante y me abre la puerta.

—¡Vamos, entra! —Ha parado en un lugar peligroso.

Subo al coche, cierro la puerta y me enjugo las lágrimas. Paul mira por el espejo retrovisor y se aparta de la curva.

—¿Qué ha pasado? —pregunta, mirándome de reojo.

Niego con la cabeza.

—¿Meg?

—No te lo puedo contar. —Tengo la voz ronca de tanto llorar.

Llegamos a casa y lo vuelve a intentar, pero antes busca en el botiquín y me pongo unas tiritas en las ampollas de los pies. Estamos sentados en el sofá del cuarto de estar.

—Es John, ¿verdad? —dice.

No contesto.

—Lo sabía.

—¿Qué sabes?

—El muy hijo de puta no lo pudo evitar, ¿no? —parece enfadado.

Lo miro sin saber muy bien a que se refiere. Yo prefiero guardar silencio, por si las moscas.

—¿Desde cuándo? —quiere saber.

—¿Desde cuándo, qué? —pregunto con cautela.

Me mira impaciente.

—¿Desde cuándo se acuestan?

Muy bien, así que lo sabe.

—Desde los Yorkshire Dales —contesto.

Aparta la mirada de mí y se fija en la televisión apagada.

—Claro. ¿Y esta noche? ¿Qué ha pasado?

—Una chica —contesto entre lágrimas—. En biquini. —La verdad es que lo que llevase puesto no es muy relevante, pero a mí me lo parece.

Asiente, taciturno. Por fin me mira.

—No va a cambiar, ¿sabes?

Extiendo una mano y me toco las tiritas de los pies.

—No cambiará, Meg.

—¡Esta bien, esta bien! —contesto.

Guarda silencio.

Tomo aire y me relajo un poco.

—Vale. ¿Te apetece ver la tele?

—Claro. —Consulta su reloj. Deben de ser más de las doce y probablemente está cansado, pero agradezco su compañía. Sé que no podré pegar ojo hasta que John vuelva a casa.

Paul intenta ahogar sus bostezos durante dos horas, hasta que finalmente oímos que se abre la puerta.













¿Creen que John nunca vaya a cambiar? Pobre Meg y también pobre Paul :S en fin gracias por seguir leyendo, en verdad. :D

1 comentario:

  1. no se que decir e_e no se como reaccionar, sabia qe algo asi iba a pasar asi que dame unos minutos para poder reaccionar ante esta escena ....


    ESTOY QUE ME LLEVA D:<<<<
    sufri con Meg, llore con ella, lei tres veces el capitulo e_e
    y quiero que no me dejes con esta inquietud de que es lo que va a pasar.. te lo suplico :c,

    Lo mejor de todo fue que tuvo a Paul, quien erdaderamente supo lo que pasaba, ¿Sera verdad que John nunca cambiara? o ¿Solo fue un acto de haber visto a Paul y Meg platicando?
    algo me sigue diciendo que son celos y por eso se porto asi >.c maldito ;-;
    sube sube sube T_T



    p.s no se pr que no aparecen bien acomodados tus capitulos :c
    2. quiero que subas ;-,
    3. que aguanta de Meg e_e yo camino con converse y aun asi me duelen mis piecitos :v

    saludos ;)

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