sábado, 15 de septiembre de 2012

CAPITULO 23

–¿Que sucede?- Pregunta mi madre.

–John ha desaparecido.- Le contesto mientras tomo mis cosas.

–¿De verdad tienes que irte?- Mi padre parece decepcionado.

–Si.- Aparto la silla. –El manager de John quiere que vuelva al hotel.

–¡Pero si ni siquiera has comido!- Señala mi madre frustrada.

–Lo siento este trabajo es así.- Es decir una jodida pesadilla. –¿Por que no tomamos un café mañana?- Sugiero, mientras me despido de ellos con un beso.

Me dirijo hacia la puerta sorteando las mesas y las estructuras de aluminio y bajo por las escaleras. Cruzo la plaza hacia la calle principal, paro un taxi y vuelvo al hotel.

–¿Adonde crees que habrá ido?- Pregunto a Brian.

–Ni idea. Pero mas le vale volver rápido. Terrence se va a poner fino cuando tenga que cancelar el concierto mañana.-

–¿Crees que llegara a eso?- Pregunto. –Quiero decir, ¿Por que estas tan preocupado? Probablemente haya ido a dar una vuelta o algo así.-

–Ringo me ha dicho que se estuvo comportando de forma extraña.- Brian me mira de reojo.

–¿Como de extraña?- Pregunto. –¿Estaba puesto?-

–Posiblemente.- Admite. –A saber que mierda habrá mezclado para ponerse así.- 

–¿A que te refieres? ¿Como se ha puesto?- Ahora si estoy preocupada.

–Se subió a la la barandilla del balcón de su habitación y se quedo ahí colgando, riendo a carcajadas.- 

–Joder.- Digo. Su suite esta en el ultimo piso.

–¿Y que te dijo cuando te llamo?- Me pregunta Brian.

–Queria que me uniera a su fiesta, pero no me dijo donde estaba.- 
El teléfono del hotel suena y Brian lo descuelga.

–¡Si! ¿Donde? ¿Donde esta eso? ¿Nos puede conseguir un coche? Vale, ahora vamos para allá.-

Brian cuelga y toma su chaqueta.
–Esta junto al río. Unos periodistas lo han visto y han llamado al hotel. Tiene que estar muy mal como para que nos avisen. Normalmente se limitan a hacer fotos y luego se largan.-

Mientras avanzamos bajo la lluvia por las calles de París en busca de John, en mi ventana aparece la torre Eiffel elevándose sobre los tejados. 
El fotógrafo dijo que había visto a John por aquí cerca, y esperamos e imploramos que siga en el mismo  sitio cuando lleguemos.
–Ojala no se haya tirado al río.- Murmura Brian.

El comentario me pone ligeramente histérica.
–¿Y por que iba a hacer algo así? ¿Por que? ¿Habia hecho algo parecido antes?- 

–¡Tranquilizate guapa! No creo que ahora sea un suicida. 

Cruzamos el río y avanzamos junto a la orilla en dirección a la torre. Yo miro por la ventana con la esperanza de ver a John, pero consientemente de que es una causa perdida. Ahora mismo podría estar en cualquier sitio.

–¡Ahi esta!- Grita de repente Brian.

–¿Donde?- Pregunto.

–¡Alli!-

Miro en la dirección que me indica y veo a un grupo de gente junto a un puente. No distingo a John, pero si los flashes de las cámaras de fotos. Hago uso de mi francés de sobresaliente y le indico al conductor que nos acerque todo lo posible, luego salimos del coche y nos abrimos paso entre toda la multitud.

Me quedo helada. John esta rodeando con su brazo izquierdo a un vagabundo. En la otra mano sostiene una botella vacía de whisky. Apenas se tiene en pie y se ríe a carcajadas.

–¡John!- Grito.

–¡Nutmeg!- Parece encantado y se acerca dando tumbos hacia mi, arrastrando con el al joven vagabundo. –¡Brian!- Grita, soltando al hombre y a la botella de whisky, que se rompe en mil pedazos al caer al suelo.

Camina con los brazos abiertos hacia Brian, que junto con la gente de seguridad, intenta, sin ningún éxito, dispersar a los curiosos que se han reunido ahí. Luego se vuelve, me abraza y apoya todo su peso sobre mi, consiguiendo que casi nos caigamos los dos. Apesta a una combinación de alcohol, tabaco y vomito. Desde luego no es un aroma que nadie embotellaría para venderlo como loción para el afeitado con la firma de John Lennon.

–Venga, vámonos al hotel.- Respiro por la boca para no oler e intento arrastrarlo entre el gentío. Muchos siguen disparando sus flashes, John Lennon borracho supone una atracción turística mucho mas llamativa que la famosa estructura de trescientos metros que se alza sobre nosotros.

–¡Espera, espera!- John me obliga a parar. –Ven, quiero presentarte a mis nuevos amigos.- Da media vuelta, me toma de la mano y tira de mi en dirección al puente, donde hay varias cajas de cartón amontonadas, algunas de las cuales están cubiertas por plásticos y basura de todo tipo. 
Parece que en interior reside un grupo de vagabundos.

–John, deja a esa gente en paz.- Tiro hacia atrás intentando resistirme.

–Que vergüenza, Nutmeg. También son personas, ¿sabes?- Y suelta otra risotada. –Escucha esto, ya veras, escucha.-  Dice y le grita al pequeño grupo de vagabundos que tiene delante. –¡Diganlo!

–¡Aqui esta Johnny!- Dice uno de ellos.

–Escucha, Nutmeg, escucha. ¡Dilo otra vez!-

–¡Aaaaaqui esta Johnny!- Repite el mismo.

John se da la media vuelta emocionado
–¡Aaaaaqui esta Johnny!- Grita –¡Aqui esta Johnny!- Grita de nuevo.

En ese momento, Brian y el equipo de seguridad se abren paso entre la multitud y lo arrastran hacia el coche.

–¡Rapido! ¡Vamonos!- Le grita Brian al conductor.

–Vite! Dépêchez-vous!- Repito en francés.

¿Quien mierda es esta persona? Intento tomarle la mano, pero se suelta de un manotazo y ríe histérico.
Aterrorizada, llegamos al hotel y les pido que llamen a un medico. John se ha calmado considerablemente, aunque es todo un triunfo conseguir que suba a su habitación y no vaya al bar del hotel, como le habría gustado. Retiro la colcha y las sabanas y le abro la cama, mientras Brian le quita los zapatos. Los de seguridad están con nosotros por si necesitaramos ayuda otra vez.

–Venga, colega.- Dice Brian, mientras intenta que John se siente sobre la cama.

–Nutmeg...- John extiende una mano hacia mi. –Ven aquí, Nutmeg.

Miro a Brian, este asiente y me acerco a la cama. John me toma de la mano.

–Eres una buena chica.- Balbucea y tira de mi para que me acueste a su lado.

–¡John! ¡No, vamos!- Brian consigue a duras penas que me suelte y John se derrumba sobre las almohadas, sonriendome adormilado.

Cuando llega el medico, John ronca ruidosamente. Tras examinarlo, dictamina que solo necesita dormir.
Brian se derrumba sobre una silla. 
–Yo me quedo con el. Tu descansa un poco.- Me dice malhumorado. Yo no se que hacer.

–¡Vete!- Insiste –Quiero estar seguro de que no se tira por la ventana antes del concierto de mañana.-

–Brian, no puede actuar en ese estado.- Intento razonar con el.

–¡Callate!- Me grita.

–¡No me hagas callar!- 

–¡No pretendas ser una experta en cosas de las que no sabes nada!- Me dice señalándome con el dedo.

Se que no voy a ganar esta discusión, así que me marcho.














Espero les guste el cap de hoy :P lo se dos semanas sin caps fue demasiado pero ya sabran la razon :S en fin... 
Espero sus comentarios :D y gracias por leer esta historia :D

sábado, 1 de septiembre de 2012

CAPITULO 22.


Llegamos a Barcelona a principios de Diciembre. Es la primera de las dos ciudades españolas en las que vamos a actuar, la siguiente sera Madrid.

Nos alojamos en el centro y tenemos la noche libre antes del concierto de mañana. Decido dar un paseo, así que me abrigo bien y salgo del hotel.
Unos focos iluminan la Sagrada Familia de Gaudí, y la enorme y profusamente decorada catedral ofrece una vista espectacular en la oscuridad de la noche.

Vuelvo al hotel, y casi al instante suena el timbre del teléfono.

–¿Si?-

–Meg, soy mamá.-

–¡Hola! ¿Como estas?-

–Pues no muy bien cariño.-

–¿Por que? ¿Que ha pasado?- Pregunto alarmada.

–Es la abuela. Ha muerto esta tarde.-

De repente me siento culpable. Yo quería a mi abuela y me doy cuenta de que no la llame ni una sola vez desde que llegue a Londres. Me siento fatal. Comienzo a llorar.

–Meg, Meg, no llores cariño. Estaba orgullosa de ti, ya lo sabes.

Eso hace que llore todavía mas.

–¿Por que no me avisaron que se encontraba mal?-

–No queríamos molestarte.- Se excusa mi madre. –Sabemos que estas muy ocupada...-

–¡Mamá! ¡Deberias habérmelo dicho! ¿Cuando es el funeral?-

–Pasado mañana.-

Ese día tocamos en Madrid.

–Ya se que no podrás venir...- Continua.

–¿Pero que dices? ¡Tengo que ir!-

Aunque protesto airada, se que sera muy difícil dejar la gira.

–Meg.- Me reprende. –No pasa nada. Ella no habría querido que sacrificaras tu trabajo. Se que John te necesita...-

Me recuesto en la cama, para regodearme en mi tristeza.
Oh, abuela... la idea de perderme el funeral hace que me sienta fatal. Pero cuando mas lo pienso, mas convencida estoy de que marcharme seria una pesadilla.

Probable mente debería avisar a John de que no lo acompañare a el ni a su grupo esta noche. Habíamos pensado ir a un bar del Barrio Gótico.
Se escucha música a todo volumen procedente de su cuarto y como no creo que me oiga llamar a la puerta, tomo el bolso y saco la llave.

Abro la puerta, entro en la suite y me encuentro con que John esta tomando LSD. Un tipo con pinta de colgado, de pelo oscuro y grasiento y barba de dos días, esta sentado en el sofá, junto a el.

–¿Quieres?- Me grita el tipo por encima de la música. Se inclina hacia delante y me muestra una bolsita con frascos de LSD.

–¡No!- John apoya su mano sobre el pecho del tipo y lo empuja con fuerza hacia atrás, contra el sofá, parece furioso.

–¡Eh!- Dice el hombre.

–Ella no se mete esta mierda.- Le contesta John, mientras baja el volumen de la música.

–Esta bien, hombre.- El individuo se inclina otra vez hacia delante y comienza a guardar a toda prisa en una bolsa de cuero todo.

Yo me quedo ahí de pie durante unos segundos, sin saber muy bien que decir o hacer. Lo que me apetece es dar media vuelta y salir corriendo, pero recuerdo las palabras de Brian, así que intento mantener la calma.

–John, quería hablar contigo porque...-
Me resulta difícil, apartar la vista de los frascos vacíos que quedan sobre la mesa, frente a mi. Además, el tipo de pelo grasiento, me hace sentir incomoda con su presencia.
–Queria decirte que...-

John sigue furioso. No se si esta enojado conmigo por verlo así, o con su amigo por ofrecerme.

–Esta noche no puedo salir con ustedes.- Consigo decir por fin.

–¿Por que no?- Pregunta clavandome sus ojos en los mios.

–Mi... mi... Me han dado malas noticias.- Balbuceo. –Son cosas personales, ¿vale?- Seguro que parezco desesperada por largarme. Quiero salir de la habitación ya.

–¡Meg! ¡Meg!- Dice mientras me dirijo a la puerta.

–Me tengo que ir...-

Me intercepta en la puerta.
–¿Que pasa?- Me mira fijamente y sujeta la puerta con una mano. Yo miro para otro lado. –¡Eh, Nutmeg! ¡Mirame!- Me ordena. –¿Que pasa?-

¿Aparte de ver al hombre del que estoy enamorada emborracharse todas las noches, tirarse a las fans y meterse LSD?
Tengo unas ganas terribles de echarme a llorar, no solo por mi abuela, sino por mi misma. Los últimos meses han sido muy intensos. Nunca se a que atenerme. John es encantador un día, frió otro y desagradable al siguiente. No paro de repetirme que este cuelgue se me pasara, que no es nada serio, pero siempre que lo veo tonteando con otras chicas entre bastidores siento un dolor casi físico. Ahora mismo, al alzar la vista hacia el, siento una punzada de dolor.
Me toma del brazo con brusquedad.

–Nutmeg ¿Que ocurre?- Pregunta otra vez.

–Es mi abuela.- Le cuento. –Ha muerto esta tarde y estoy un poco triste, eso es todo.-

–Lo siento, ¿te puedo ayudar en algo?-

–No, solo necesito estar sola.-

–Si, claro, claro.- Me suelta el brazo dejándolo frió. –¿Cuando es el funeral?-

–Pasado mañana.- Y a continuación añado que no voy a ir.

–¿Seguro?-

–Si, seguro.-

Poso la mano sobre el pomo de la puerta y lo miro, esperando que se aparte. Así lo hace. Luego abro la puerta y salgo al pasillo iluminado.




Ahora nos encontramos en París y otra vez esta puesto. El comportamiento de John ha ido claramente a peor. Nos alojamos en un bonito y antiguo hotel de cinco estrellas cerca de los Campos Elíseos, y tengo la noche libre antes del concierto de mañana.
Mis padres han viajado desde Grasse , en el sur, para cenar conmigo en el Centro Pompidou. Mi madre me esta contando como fue el funeral de mi abuela.

–¿Fueron Susan y Tony?- Tony es el esposo de mi hermana.

–Claro.- Contesta mi madre rotunda, sin darse cuenta de que su respuesta quizá hiera mis sentimientos , ya que yo no fui.

–¿Nadie dijo nada sobre que yo no estuviera ahí?- Insisto con la esperanza de que alivien mi sentimiento de culpa, a sabiendas de que probablemente el efecto sera el contrario.

–Todo el mundo lo entendió.- Mamá intenta consolarme, pero no lo consigue.

–Este restaurante es bastante elegante, ¿no les parece?- Papá intenta cambiar de tema.

Miro a nuestro alrededor, estamos rodeados por gigantescas estructuras de aluminio. Parecen salidas de otro mundo.
–¿Que pasara con su casa?- Vuelvo al tema de la abuela.

–La vamos a alquilar.- Contesta mi padre.

No me gusta mucho la idea de que otras personas vivan en la casa de mi abuela y se lo digo a mis padres.

–Tu madre y yo hemos pensado que quizá nos traslademos a vivir ahí algún día.-

–¿De verdad?- Me gusta y me sorprende la idea de que algún día vuelvan a Inglaterra.
El camarero me llama y dice que alguien pregunta por mi en el teléfono.

–¿Hola?-

–¡Nutmeg! ¿Donde jodidos te has metido?-
Es John y esta borracho.

–Estoy cenando con mis padres.- Intento mantener la calma. –Ya te había avisado.-

–Ven aquí, lo estamos pasando de la puta madre.-

–¿Y donde estas?- Le sigo la corriente.

–¿Donde mierda estamos?- Oigo que grita a alguien. Unos segundos después vuelve a contestar. –No tengo ni puta idea de donde estamos.- Y rompe a reír a carcajadas.

–¡John!- Alzo la voz. –¿Estas bien? ¿Quieres que te envié un coche?-

–No Nutmeg, no hace falta. ¡No hace falta!- Grita entre risotadas y me cuelga.

Regreso a la mesa.

–¿Va todo bien?- Pregunta mi madre con tacto.

–Si.- Digo con firmeza.

Pedimos la comida, pero estoy preocupada. Cuando me dicen que tengo otra llamada, me sobresalto, aunque en realidad casi lo esperaba.

–Meg, soy Brian ¿Donde estas?-

–En el Centro Pompidou, cenando con mis padres en el restaurante.-

–Pues vas a tener que volver. John ha desaparecido en combate.-

–¿Pero que dices? Si me acaba de llamar.-

–¿Te ha llamado?- Brian parece sorprendido.

–Si, hace un momento.-

–¿Que te dijo?-

–Queria que me encontrara con el. Pero no pudo decirme donde estaba.-
Miro a mis padres a lo lejos. Parecen preocupados.

Regreso a la mesa, al parecer tengo que regresar al hotel.

–¿Que sucede?- Pregunta mi madre.

–John ha desaparecido.- Le contesto mientras tomo mis cosas.
















¡WTF! John desaparecido :O Ese Lennon siempre dando sorpresas inesperadas.
Bueno chicas, les tengo una buena y una mala noticia. La mala es que la novela, originalmente solo dura 36 capítulos. Y la buena es que gracias a la imaginación de la chica detrás de la computadora que esta escribiendo esto, este fic, durara mas. En fin nunca me cansare de agradecerles por seguir leyendo :)