miércoles, 29 de enero de 2014

CAPITULO 36

No puedo creer que jamas haya querido a nadie. Quizá consiga que se enamore de mi. ¡Si! Seguro. Muy graciosa Meg. Vuelve instantes después.

–Hey, sabias que es Nochevieja.- Pregunto de repente.

–¿En serio?-

–¿Qué hacemos?- 

–¿Nos emborrachamos hasta perdernos? Es broma. ¿Vamos al pueblo?- Sugiere.

Yo me agito intranquila. 
–No se si es buena idea.- 

–¿Por qué no Nutmeg?- No voy a correr hacia el pub mas cercano y emborracharme.-

–No, ya lo sé.- Me encojo de hombros.

–No, no lo sabes, pero algún día tendrás que confiar en mi.- 

No digo nada

–Quizás otra noche, ¿eh?- Se acerca al armario bajo las escaleras. Yo me quedo donde estoy, sintiéndome fatal. –¿Que mas hay por aquí?- Dice, rebuscando en su interior. –¿Solo abrigos horrorosos?- 

–¿Que buscas?- Pregunto.

–¿No tienen un juego de mesa o algo así?- Esparce el contenido del armario por el suelo.

–¡John!- Me rió. –¡Deja de revolverlo todo! No están ahí. Están en el armario de la ventana.- 

Se dirige hacia el armario en cuestión y comienza a buscar. 
–¡Ah, los encontré!- Y saca algunas cajas viejas.

–¿En serio?- Pregunto alucinada. –¿Juegos de mesa?- 

–Si ¿por qué no?-

–No te tenia por alguien a quien le gusten este tipo de cosas.-

No me hace caso alguno y estudia las cajas, una a una.

–¿Serpientes y escaleras?-

–¿Que mas hay?- 

–Un rompecabezas...-

–Si.-

–¡El Monopoly!- Exclama. 

–No.- Niego con la cabeza. –Odio el Monopoly.- 

–¿Por que? ¿Que te ha hecho?- Pregunta dejando las cajas sobre la mesa y sacando una silla.

–Las personas se ponen muy mal con el Monopoly. No disfruto cuando gano porque los demás se quedan frustrados y tampoco me gusta perder. Así que haga lo que haga, nunca me la paso bien.

Sonríe.

–Pues entonces, ¿Que eliges?-

–El rompecabezas, ¿de que es?-

Alza la caja para que lo vea y arquea las cejas. Es la foto de una camada de gatitos de diferentes colores dentro de una cesta.

Me rió y me levanto.
–Perfecto.-

–¿Querrás decir perrrrrrrrfecto?- 

–Jo, que chiste tan malo.-

Se ríe entre dientes y guarda los demás juegos en el armario. Me siento junto a él ante la mesa y saco las piezas del rompecabezas.

–Bueno, primero hay que encontrar las esquinas.- Me indica John.

Este no es el primer rompecabezas que hago, pero no digo nada y me rió entre dientes.

–Y ahora los bordes.- Dice una vez que tenemos las esquinas. 

Trabajamos en silencio durante un rato probando las piezas que pensamos pueden encajar. Al final, soy yo la que habla. 

–Bueno, ¿has pensado en llamar a Paul cuando vuelvas a Londres?- 

–Eh, pásame esa pieza de ahí.- 

–¿Esta?- 

–Si.-

Se la doy y observo como intenta colocarla haciendo presión. No encaja, la descarta y sigue su búsqueda.

–¿Que buscas?- Pregunto.

–Un hocico.- Contesta. Esta tratando de hacer el gato anaranjado. –Lo llamare.- Dice de repente. –No quiero que perdamos contacto.-

–Yo creo que estará enfadado conmigo por secuestrarte así.- Tampoco quiero ni pensar lo que hará Brian cuando me vea...

–Secuestrarme...- Se ríe. –No te preocupes por eso. Y tampoco te preocupes por Brian.- Dice como si me hubiera leído el pensamiento. –Lo amenazare con despedirlo si te molesta. Si le queda un poco de sensatez tendrá que admitir que no podía seguir así.-

Seguimos concentrados en el rompecabezas, hasta que solo nos quedan unas piezas por colocar. Una a una, las vamos encajando en el lugar correspondiente. John me pasa la ultima pieza.

–¿Estas seguro?- Pregunto sonriente.

–Si.- Contesta convencido.

Coloco la pieza y la encajo.
–¡Ah!- Suspiro feliz. –Esto da una satisfacción especial. Es el equivalente a ofrecerle a alguien tu ultimo caramelo.-

John sonríe y me acuerdo de Paul. Le habría encantado esa comparación. John bosteza y sonoramente le pregunto si esta cansado. Asiente con la cabeza y bosteza de nuevo. Aparta la silla arrastrándola ruidosamente sobre el suelo de piedra y se levanta. Yo hago lo mismo, solo que con cuidado para no repetir el chirrido que me recuerda al de una tiza sobre una pizarra.

Miro mi reloj.
–¡Hey, feliz año!- Exclamo. –¡Son las doce y media! ¡Nos hemos perdido la entrada del año nuevo!-

–¡Ah, feliz año, Nutmeg!- Me atrae hacia así para abrazarme. Estoy tan a gusto que no quiero que termine. Me suelta y me aparta de él mientras me mira con cariño durante unos instantes.

–Supongo que eres consiente de que tendremos que ir al pueblo a comprar otro rompecabezas ¿no?- 

–Mañana.- Le contesto.

Quiero confiar en él, pero me da miedo. No quiero perderlo otra vez, de ninguna de las maneras.
























¡Hola de nuevo! :) ojala les guste este nuevo capítulo, debo admitir que no pensaba subirlo pero dije "¿Y por que mierdas no?" hahaha en fin, gracias por sus comentarios :D siempre me sacan una sonrisa :) Y bueno, pasando a otro tema, les contare sobre una pagina recién creada en Facebook, en donde se publicaran mis dos fics (este y One Feeling que cambiara un poco), en ella no tan solo se van a publicar y leer estos fics, si alguna esta interesada en compartir los suyos, podrán ser publicados en esta pagina. Si a alguna le gusta la idea dejare el link aquí (COMUNIDAD FANFICS "THE BEATLES") Bueno, espero disfruten el cap de hoy. ¡Cuidense!

martes, 21 de enero de 2014

CAPITULO 35

Al llegar a la casa, John enciende otro fuego, mientras yo decido probar suerte con la cena. Echo un poco de aceite de oliva en una sartén y me pongo a cortar cebolla en pequeños trozos que luego sofrío.

–¿Que vamos a cenar?- John entra a la cocina, mientras añado mas cebolla al aceite ya caliente.

–Pasta con tomate y cebolla.- Le digo.

Mira la sartén cuyo contenido parece que se este quemando.

–¡Oh no!- Exclamo con fastidio.

–Tienes el fuego demasiado fuerte.- Dice mientras aparta la sartén y tira a la basura la cebolla quemada. Limpia el sartén con un paño de cocina y la deja de nuevo sobre el quemador. Echa mas aceite de oliva.

–No sabia que cocinaras.- Comento sarcástica mientras tomo otra cebolla de la nevera y comienzo a cortarla.

–Por lo general no tengo necesidad. A un lado, que no tienes ni idea.- Dice quitándome el cuchillo de la mano y echándome a un lado.

–¡Eh!- Exclamo.

Mientras él comienza a cortar la cebolla con destreza.
Ahora si que estoy sorprendida.

–¿Donde aprendiste a hacer eso?-

–Me enseño mi madre.- Se detiene. Le tiemblan las manos.

–¿Ah, si? ¿Cuando?-

–Cuando tenia 16 años, justo un año antes de que muriese.- Dice mirándome. –Queria enseñarme a defenderme por mi mismo. Oye... ¿Por que no vas al cuarto de estar y yo me ocupo de la cena?-

–Vaya, estas hecho todo un amo de casa, John Lennon.- Lo miro divertida.

–¿Tu crees Meg Stiles?-

–No sabia que supieras mi apellido.- Comento.

–¿Como no voy a saber tu apellido Nutmeg? ¿Que clase de jefe crees que soy?-

–Perdona.- Contesto un poco avergonzada.

–Largo.- Dice apuntando con el cuchillo hacia el salón. Obedezco y me siento en la alfombra, frente a la chimenea. Apoyo la espalda contra el sofá. John aparece quince minutos después y hago intensión de levantarme.

–¿Y si nos sentamos aquí mismo?- Sugiere.

–Esta bien.- Me vuelvo a poner cómoda.

–La verdad es que soy un mal jefe.- Me ofrece un plato. –No te he regalado nada por navidad.-

–No tienes porque.- Le digo. –Yo tampoco te he comprado nada.

–Ya, pero es mi obligación. Como jefe debería haberte comprado algo.-

–Es igual.-

–Te lo compensare.- Promete.

–Con que no vuelvas a recaer me conformo.-

Me sonríe,
–Eres una buena chica Nutmeg.-

Enrollo los espaguetis en el tenedor e intento no mancharme de salsa, mientras intento no mancharme el regazo.
–Esta muy bueno.- Le digo. –Tu madre te enseño bien.-

Me sonríe y se queda mirando al fuego.
–Lo sé, era una buena. Se que me quería y que le dolería verme así. No quería que terminara mal, no quería que terminara siendo así, borracho, drogadicto, mujeriego...- Me mira.

–¿Por que te acuestas con tantas mujeres?- La pregunta sale de mi boca antes de pensar si hago bien planteándola.

–¿Y por qué no?- Se encoge de hombros.

–Es que no entiendo como lo puedes hacer.-

–Solo es sexo Nutmeg.- Y me mira otra vez.

–Pero ¿como consigues desentenderte con esa facilidad.- Frunzo el ceño sin comprender nada.

–¿Cómo? ¿Es que tu no puedes?- Pregunta antes de mirar hacia el techo y añadir. –Que pregunta mas tonta.-

–Pues no, la verdad.- Le digo de todas formas. –Me gusta que el sexo signifique algo.-

–Claro.-

–Crees que soy una ñoña.-

–¿He dicho eso yo?-

–Puedes hacerlo.- Añado.

–De hecho creo que eres una chica muy dulce.- Luego prosigue. –Y que miras a la vida a través de cristales de color rosa.

–No soy tan inocente como crees.- Ahora estoy un poco molesta.

–Vale...- Dice, cruzando las piernas y mirando de nuevo al fuego. Es evidente que no esta de acuerdo.

–¡De verdad!- Insisto. –En cualquier caso, no estábamos hablando de mi. Me gustaría entenderte.

–¿Por qué?-

–No lo sé.- Aparto la mirada. –Pero me gustaría. Bueno, ¿Con cuantas mujeres te has acostado.-

Sonríe.
–No pienso contestar eso.-

–¿Por qué no? ¿Es que no te acuerdas?- Le reto.

–Pues no.- Dice con naturalidad. –Pero aunque lo hiciera, no te lo diría.-

–Bueno, ¿puedes decirme con cuantas mujeres el sexo ha significado algo?-

–Esa es fácil. Con ninguna.-

Lo miro incrédula. El me mira a los ojos muy tranquilo y luego añade:
–El sexo no significa nada si no estas enamorado ¿no?- Toma el vaso de agua que esta a su lado y da un sorbo, luego lo deja donde estaba con una mirada de repulsión en la cara. –Joder, hecho de menos el whisky.-

Ignoro su comentario. Me ha dejado con la boca abierta.

–¿Jamas te has enamorado?-

–No.-

–¿Lo dices en serio?-

–¿Por qué te iba a mentir?-

–¿Te has acostado con multitud de mujeres por las que nunca has sentido nada?-

–Exacto.-

–Pero ¿Y Amber?-

–Tampoco.-

–¿Y la novia de Paul?- Pregunto con ciertas dudas.

–No.-

–¿Ni siquiera has tenido un primer amor?-

–¡No, Nutmeg, no, no, no!- Alza las manos al aire. –¡Jamas he estado enamorado!

–¡Bueno, bueno!- Guardo silencio. –Pues es muy triste.-

Se ríe.
–Joder chica, si yo no lo lamento, ¿por que tu si?- Se pone de pie y se inclina para tomar su plato del suelo. Luego extiende la mano para tomar el mío y se los lleva a la cocina.

No puedo creer que jamas haya querido a nadie. Quizá consiga que se enamore de mi. ¡Si! Seguro. Muy graciosa Meg.



















¡¡WOW!! Fuertes confesiones por parte de ese Johnny hahaha, espero les guste el cap :) btw les dejo el link de otro de mis blogs Fanny In Pepperland en el, escribo una que otra cosa extraña acerca de mi y así, por si son curiosas y se identifican con algo de lo que hay ahí, no estaría mal que lo comentaran :P en fin. ¡Cuidense! :D

martes, 7 de enero de 2014

CAPITULO 34

Nos hemos quedado sin comida, así que me acerco al pueblo a comprar mientras John duerme. Cuando vuelvo, aún esta en la cama. He comprado todas las revistas que he encontrado, incluyendo algunas sobre música para John. La noticia de su desaparición aún no ha salido en las publicaciones semanales, supongo que habrán cerrado por navidad.

En una de las revistas encuentro un reportaje de curiosidades acerca de de Paul. Por cierto ¿cómo estará? Y ¿qué pensara por haber huido así? Seguro que esta sorprendido. Y enojado también.

John aparece medio dormido dando tumbos por la escalera con su camiseta negra y sus pantalones de cuero negro. Resulta gracioso verlo así.

Tome lo primero que vi, pero probablemente debería haber metido en la maleta ropa algo mas informal.

–Buenos días.- Le saludo. –¿Te preparo algo? ¿Unos huevos revueltos, quizá?-

–¿Has hecho las compras?- Se le ilumina la mirada.

–Si, me he escapado un momento.-

–¿Has comprado tabaco?-

–Si, John.- Suspiro mientras me muevo por la cocina.

–Dámelo, dámelo, dámelo...- Dice mientras mueve los dedos de ambas manos.

–Pero aún te queda algo ¿no?- Pregunto mientras abro un cajón y saco un paquete.

–Muy poco.-

Toma un paquete y los fósforos que le ofrezco, y enciende un cigarrillo con manos temblorosas.

Luego abre la ventana que esta sobre el fregadero y saca el cigarrillo. Lo mete de nuevo para dar una calada y luego se inclina sobre la encimera para echar el humo por la ventana.
Esta entrando un aire helador, pero le agradezco la intención de no fumar dentro de la casa.

–¿Por qué no damos un paseo?- Sugiero desesperada por salir un poco.

–Pero hace mucho frío ¿no?- Se estremece.

–Te vendrá bien.-

Tira la colilla por la ventana y la cierra.

–Te he comprado unas revistas.- Le digo.

–¿Qué revistas?-

–Oh, un montón.-

Me sigue  por el cuarto de estar y las mira por encima.

–Wow, gracias.-

–De nada.- Sonrió. –Bueno, ¿damos una vuelta?-

Aparta con esfuerzo los ojos de un artículo que habla sobre los éxitos del año y me mira.

–¿Te aburres?-

–Un poco.- Contesto, cruzando los brazos.

–Pues venga.- Deja las revistas sobre el sofá.- Voy a ponerme los zapatos.

El otro día encontré un par de abrigos viejos en el armario bajo las escaleras y decidí sacarlos. Le ofrezco uno a John cuando vuelve.

–Ni de broma, yo no me pongo esa cosa.-

–Si vas solo con la chaqueta de cuero, te vas a morir de frío.- Le aviso ofreciéndole el abrigo. –Póntelo encima.-

–Nutmeg, ese es el típico abrigo que utilizan los exhibicionistas. No me lo pienso poner.-

–Bueno, pues yo si.- El mio es de plumas rosa y turquesa con toques de amarillo fluorescente.

–Joder, el tuyo es aún peor.- Dice.

No le hago ni caso y dejo su abrigo sobre la mesa. Luego me pongo el mio. Después me doy media vuelta y digo, no sin cierta exageración:

–¡Hum que calientito!-

Se ríe.
–Vaya pinta de idiota que tienes.- Luego dice. –Que mierda.- Y se pone el suyo también.

Me entra la risa, algo que agradezco después de una semana bastante triste.

Me señala.

–¡Cállate!-

Parece que esta mucho mejor y saber que he hecho bien al traerlo aquí me llena de alegría.

Salimos de la casa y cruzamos el puente. Recuerdo que mi padre y yo construíamos barquitos con hojas de papel y hacíamos carreras corriente abajo. Se lo cuento a John.

–¿Te llevas bien con tus padres?- Pregunta.

–Por lo general si.- Sonrió de medio lado. –Aunque no estaban muy de acuerdo con esta escapadita.-

–¿Ah, no? Vaya.-

Caminamos río abajo, siguiendo la corriente. Hay un par de patos en el agua que luchan por avanzar en sentido contrario.

–Tendría que haber comprado pan.- Comento.

–Seguro que tuviste muchos animales de pequeña ¿Verdad?- Me pregunta divertido.

–Unos cuantos.- Admito. –¿Y tú?-

–Gatos.- Me mira. –Pero yo quería un perro.

–¿Y no te dejaban tenerlo?-

Se detiene por un momento antes de contestar.
–No, a la tía Mimi no le agradaba la idea.-

No digo nada con la esperanza de que se abra mas, pero no parece dispuesto.

–Ahora podrías tener uno.- Le digo.

–Estoy poco tiempo en casa. Seria cruel. Me comprare un perro cuando me retire. Un perro de verdad, no como Footsie.

Me río.
–Pues entonces no tienes prisa.-

–El otro día me dijiste que me estaba haciendo viejo y estaba pasado...-

–¡Era de broma!-

–Pues fuiste muy cruel.- Parece dolido.

–¡No lo dije en serio!-

–Me sentí fatal.- Añade.

–Bueno no te pases.- Digo. –De todas formas, me acababas de despedir.-

–No.- Contesta. –Tu renunciaste.-

Me río.
–Esta bien, tienes razón.-

–Pero no iba en serio ¿verdad?-

–No, señor Lennon. Probablemente seguiré trabajando para usted cumplidos los treinta. Si sigue vivo para entonces.- Añado.

–¡Eh!- Me empuja y casi caigo al arroyo.

–¡Payaso!- Me retuerzo y lo empujo.

Seguimos caminando durante un rato, me hace creer que el asunto esta terminado y luego me vuelve a empujar otra vez.

–¡John!-

Me rodea los hombros con un brazo y me atrae hacia si en un cariñoso abrazo.

–¿Quien compraría mis cigarrillos si te marcharas? ¿Eh?-

Me suelta y lo miro sorprendida. Nunca creí que dijera algo como eso. Ya se que es un tanto estúpido, pero es muy importante para mi, y no tengo idea del porque.

–¿Volvemos? Esta oscureciendo.- Dice.













Ese John si que sabe como ser lindo hahahaha, espero les guste este capitulo, en verdad cada vez que leo sus comentarios me dan ganas de seguir escribiendo, pero si lo hago, pronto se acabaría el fic :( pero por lo pronto aquí tienen otro cap. Esto de estar de vacaciones me gusta :) pero ustedes también se la estén pasando bien :D ¡Cuidense!

jueves, 2 de enero de 2014

CAPITULO 33

Conducimos en dirección oeste, pasamos casas adornadas con luces de colores y pronto nos encontramos en el campo mas verde que haya visto nunca. Sobre los arboles sin hojas sobrevuelan bandadas de pájaros, y los arbustos que crecen junto a la cuneta están llenos de frutos. Es un día gris y nublado, pero no hace mucho frió. Esta Navidad no habrá nieve.

John duerme a mi lado. Hace un rato enrollo su chaqueta de cuero hasta hacerla una pelota y la apoyo contra el cristal, como si fuera una almohada. Como se ha quedado tan solo con una playera, he tenido que subir la calefacción.

Llegamos pasadas las tres, cuando todavía hay luz. Me he detenido en una gasolinera del camino para comprar lo básico y un poco de comida para al menos una semana. Aunque se que tendré que ir al supermercado del pueblo de todas formas, para aprovisionarnos mejor. Mis dotes de cocinera, comparadas con las de Rosa, son un chiste, claro, pero en tiempos desesperados hay que tomar medidas desesperadas.

Recogemos las llaves en casa de los dueños. John se queda en el coche para que no lo vean. Nos invitan a tomar un té y un poco de pudín de Navidad, pero con todo el dolor de mi corazón, tengo que decirles que no.

La casita de campo es mucho mas pequeña de lo que recordaba. Es un edificio de piedra gris, de dos plantas, rodeado por un muro de piedra seca y situado a los pies de una gran colina verde.Por el jardín corre un arroyo y hay hasta un puentecito para cruzarlo.
No hay calefacción central, pero la casa tiene estufas de gas en casi todas las habitaciones, y en el cuarto de estar de abajo hay una chimenea abierta. En el piso de arriba hay dos dormitorios pequeños y un baño. Le doy a John la habitación de atrás, con vistas a la colina. Yo me quedo con la que da a la carretera, al otro lado. Digo carretera, pero en realidad es mas bien un camino. Estamos, de verdad, en mitad de ninguna parte.

Dejo mis cosas en mi cuarto y bajo para guardar lo que he comprado. John aparece veinte minutos después.

–¿Quieres encender el fuego? Yo preparare el té.- Le digo.

–Esta bien.-

Va al cuarto de estar y yo pongo la tetera al fuego.

–Bueno, en realidad, Meg...- Aparece un momento después. –Creo que iré a dar un paseo.-

–Ni hablar.-

–Me apetece conducir un rato, nada mas.-

No le hago ni caso.

–Venga, mujer.-

–Ni venga, ni vengo, John.- Le digo enfadada. –No vas a comprar alcohol. Hazte a la idea.-

–¿Dónde están las llaves del coche?-

–No te las voy a dar.-

–¿Dónde están las putas llaves?-

–Las he escondido.- Le contesto.

–Dámelas.-

–Puedes pedirlas cuantas veces quieras, pero no te las voy a dar.-
Ahora si que esta enojado.

–Dame las llaves del coche o te despido.-

–¡No!- Grito.

Me mira iracundo y comienza a buscar en los cajones de la cocina.
–No las vas a encontrar.- Le digo con tranquilidad.

Lo sigo por todo el cuarto de estar donde comienza a abrir armarios y a buscar bajo los adornos.

–Va en serio, Nutmeg.- Se gira hacia mi. –Las necesito. Por favor, ¿dónde están?-

–John, no.-

Toma una de las figuritas que están cobre la estantería de la chimenea, un perrito blanco con las orejas caídas.
–Dámelas o tiro esto.-

Frunzo el ceño.
–John, no lo hagas.-

–Lo voy a tirar...-

–No te las voy a dar.-

–Esta bien.- Contesta y deja caer la figurita. Me estremezco cuando se rompe en pedazos al chocar contra el suelo de piedra.

Toma otro adorno, esta vez es una niña vestida con una falda roja.

–Rómpelo todo. Me da igual. Tienes dinero de sobra, así que ya los pagaras.-

–¡Oh, por amor de Dios!- Deja la estatuilla en la estantería, intacta. –Nutmeg, te voy a despedir si no me das las llaves del coche.-

–Espera, te lo voy a poner mas fácil, renuncio.-

Nos miramos furiosos durante unos diez segundos, los dos inamovibles en nuestras postura. Al final toma su chaqueta del sofá y se la pone.

–Bueno, pues caminaré hasta el pueblo.-

–Tardaras horas.- Le aviso. –Te perderás y probablemente morirás congelado.-

–Si no hay otro modo...- Se encoge de hombros esperando que me rinda. Pero no lo hago.

–Muy bien.- Contesto como si nada. –De todas formas ya empiezas a ser viejo y a estar un poco pasado para todo esto. Va siendo hora de que dejes paso a otros. Seguirás vivo a través de tu música.- Añado melodramáticamente.

Me fulmina con la mirada, sale furioso de la casa y da un portazo. Barro los pedazos de la figurita y me siento en el sofá para hacer como que leo un ejemplar de la revista Horse & Hound de 1957, pero conforme pasan los minutos, me preocupo cada vez mas. Cuando la puerta se vuelve a abrir, intento por todos los medios parecer indiferente.

–Bueno ¿Enciendo el fuego o qué?- Pregunta John de pie delante de mi.

–Te lo agradecería.- Cierro la revista y me levanto. –¿Que tal si preparo un té?-

Para mi asombro, John no vuelve a perder los nervios, pero no puedo decir lo mismo de mi. En un par de ocasiones he estado a punto de llamar a Paul... incluso a Brian. Esto es lo mas difícil que he hecho nunca. Soy testigo de como John sufre y tiembla, tiene sudores fríos e incluso a veces delira. La otra noche fui corriendo a su cuarto porque estaba gritando, y la expresión de terror de su cara bastó para dejarme helada.
Estaba convencido de que tenia todo el cuerpo cubierto de arañas. Al final conseguí calmarlo, pero después fui a mi cuarto y lloré hasta no poder mas.

Cuando decidí ayudarlo, no tenia ni idea de donde me metía.















Hola de nuevo, finalmente hay capitulo nuevo :) se siente muy bien escribir un nuevo cap en este fic, esta historia definitivamente me encanta, y espero que a ustedes también :D gracias por sus comentarios y por seguir leyendo ¡Cuidense! :D