domingo, 19 de octubre de 2014

CAPITULO 46

La fiesta la da Daniel Steinbeck, uno de los jefazos de la discográfica del grupo. Su mansión está en las colinas, no muy lejos de la cada de John.

Conduce Paul y va bastante rápido. Puedo escuchar los gritos ahogados de John mientras lucho por no reírme.

Cuando llegamos, el lugar está atestado de paparazzis. Los flashes de sus cámaras atraviesan las ventanas del coche y nos alumbran cuando cruzamos las puertas de la residencia privada de Daniel. Tal y como dijo John, desde su casa hay unas vistas increíbles de la ciudad. Además tiene una piscina impresionante. La noche es cálida, así que nos abrimos paso entre la gente guapa para llegar hasta el jardín. La música está alta, pero fuera el estruendo es menor.

John se enciende un cigarrillo y mira alrededor en busca de algún rostro familiar.

—Ahora vuelvo —dice distraído. Se aleja, dejándonos solos a Paul y a mí.

—¡Eh! —digo—. ¡Eh! Es mi amiga Kitty, ¡Kitty! —la llamo.

—¡Meg! —grita desde el otro lado de la piscina—. No sabía que venías.

—Yo tampoco hasta hace un par de horas. —Verla hace que me olvide un poco del hecho de que John nos acaba de dejar plantados.

—¡Ni yo! —Mira a Paul.

—Kitty, ¡este es Paul!

—Hola, encantada de conocerte. —Estrechan las manos. Esta nerviosa, aunque no tanto como cuando habla con John.

Kitty asiente y sonríe.

—¿También ha venido John? —nos pregunta.

—Sí —contesto. Y sería de agradecer que volviera y se uniera a nosotros.

—Charlie también está aquí —me informa.

—Genial —pongo los ojos en blanco.

—¿Quién es Charlie? —susurra Paul en plan conspirador.

—Es la asistente personal de Isla Montagne —explica Kitty.

—Joder, ¿no habrá venido, verdad? —pregunta Paul.

—Sí, ¿por qué? —contesta Kitty.

—Porque hay que evitar que se acerque a John. Está pirada. Se obsesiono con él hace un año, más o menos.

—¿Ah, sí? —A Kitty le encantan los cotilleos.

—Me parece que soy un poco chismoso —dice Paul—. No se lo cuentes a nadie.

Kitty sonríe.

—Tranquilo, no lo haré. De todas formas, yo creo que ya lo ha superado. —Y me mira cuando añade—Se marcha a Liverpool.

—¿Sí? ¿Y qué va a hacer Charlie?

—Ha dimitido.

—¡Anda ya!

—¿Por qué se traslada Isla a Liverpool? —quiere saber Paul.

—Cuéntaselo tú —le digo a Kitty—. Yo tengo que ir al baño. ¡Dale una exclusiva! —Guiño un ojo a Paul y me dirijo hacia la casa.

Dentro hay todavía más gente. Miro alrededor en busca de John, pero no lo veo por ninguna parte. Y ya que estamos, tampoco encuentro el baño. Asomo la cabeza por una puerta, esperando encontrar una de las dos cosas. Cuando me doy media vuelta, me topo de bruces con Charlie.

—¡Ah! —grito.

—Ya me he enterado de lo que hiciste —dice con tono malicioso.

—¿El qué?

—Con John, lo de desintoxicarlo.

—Ah, ya, sí.

—Podrías haberlo matado —me espeta.

La miro alucinada. ¿Qué podría haberlo matado? ¿Pero qué ha oído esta?

—¡Los casos de desintoxicación de alcohol debe tratarlos un profesional!

—Venga ya —le contesto incrédula—. Dejar la bebida nunca ha matado a nadie.

—¿Estás loca? Cuando uno es alcohólico no puede dejar de beber así sin más. Te tienen que ayudar con medicinas.

¿Será verdad? Vaya.

—¿Y eso por qué lo sabes? —pregunto a la defensiva.

—Mi madrastra era alcohólica —me informa.

Me imagino a Charlie de niña, creciendo sin una madre de verdad y teniendo que vivir con una madrastra malvada y alcohólica. Casi siento lástima por ella.

—Ya, pero yo no creo que sea alcohólico. Y, en cualquier caso, ahora está mejor —le digo muy digna.

—Pues a mí no me lo parece...

Asiente con la cabeza. Me doy media vuelta y veo a John dejar un vaso vacío sobre una mesa y darle una palmada en la espalda a un chico con pinta de roquero. Dios. Me vuelvo hacia Charlie.

—¿Sabes dónde están los baños? —le pregunto entristecida.

—Por allí —señala.

—Hasta luego, Charlie —le digo, esperando no volver a encontrarla.

Salgo del baño para ver a John rematar otra copa. ¿Qué hago? ¿Me acerco? ¿Le digo algo? Contemplo desesperada que ha cogido una botella de vodka y que bebe directamente de ella.

No, ya no se puede hacer nada. Está borracho perdido.

Al volver me encuentro con unos sonrientes Kitty y Paul.

—¿Todo bien? —Paul se pone serio cuando ve la expresión de mi cara.

—John está dentro, poniéndose ebrio.

Bajo la cabeza.

—No podemos hacer nada, Meg.

Miro triste en dirección a la mansión.

—Meg —me dice—, tienes que dejarlo estar.

—Tengo que dejarlo estar —contesto irritada.

Kitty parece incómoda ante esta nueva situación.

—Bien —dice Paul de repente—, voy a la barra. ¿Seguimos con cócteles?

—¡Por mí, sí! —contesta Kitty con entusiasmo.

Yo asiento sin muchas ganas.

—¡Es encantador! —suelta Kitty en cuanto Paul se da media vuelta. Siento un retorcijón en el estómago—. ¿Tiene novia? —pregunta.

—No —contesto con brusquedad—. Bueno, en realidad no lo sé. Quizá sí — añado, mirando para otro lado.

—Le gustas mucho —dice.

Me vuelvo hacia ella en el acto.

—¿A qué te refieres? ¿En qué sentido?

—Ya sabes en qué sentido...

—¿Por qué lo dices? —pregunto, noto tensión en el estómago, pero no me resulta desagradable.

—Por cómo habla de ti.

—¿Ah sí? —No me lo creo—. ¿Qué te ha contado?

—Nada, me ha hablado de la gira y todo eso. De cómo a los dos les gusta el mismo cereal para niños... —Sonríe.

Paul vuelve, luchando para que no se le caigan las copas.

—¡Rápido! ¡Tomen esto! —Kitty y yo le obedecemos entre risas. Luego me pongo seria.

—Me parece increíble que le hayas contado lo de nuestra adicción por los Fruity Jewels.

Él también adopta un semblante circunspecto.

—He pensado que lo mejor es afrontar el problema, Meg. Es la única forma de superarlo.

—Pero yo no estoy preparada para dejarlo todavía, Paul. Es demasiado pronto.

Me toma de un brazo y me mira a los ojos.

—Lo sé. Pero todo saldrá bien.

Kitty se ríe y me mira con descaro. Yo le lanzo una mirada de reproche y después me fijo en John, que está al otro lado de la piscina observándonos con expresión fría. Me había olvidado de él por un momento. Por señas le pregunto cómo está.

Paul me mira a mí y luego a John justo cuando camina de nuevo hacia la casa. Entonces me vengo abajo.

Después de aquello no consigo divertirme, y sé que estoy deprimiendo a los demás. Es muy difícil la compostura cuando no tengo ningún control sobre lo que hace John. Digo a los demás que me apetece dar un paseo. Estoy segura de que Paul sabe que voy a buscar a John.













Paul y Meg, que tal ehh hahaha espero les guste el cap, ya saben que los comentarios me encantan :P y gracias por seguir leyendo. :)

2 comentarios:

  1. JAJAJAJAJA LO AME!!!!!! AME ESO , ame la mirada fria de John al verlo, un pcoo de su mismo veneno >:c..
    antes que nada ame el gif de el inicio, pero no pude aguardarlo por que estoy en el cel, podrias mandarmelo por twitter? te lo agradeceria infinitamente :3... regresando al capitulo WOOOOW!!! te quedo divino, uno de mis favoritos de esta fic, te celebrare con pastel y un gran banquete :3 de verdad lo ame mucho...
    Paul super lindo como siempre y owww, ahora que apsara con Meg y John? :c eso me pone triste y me hace anhelar mas, sube pronto por favor , no dilates :)



    que tengas un gran inicio de semana :3

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  2. PAUL Y MEG PAUL Y MEG PAUL Y MEG YO LO SABÍA! jajajajajja algo en mi interior me decía que a Paul me pasaban cosas! desde esa vez que estaban borrachos, y comían unos dulces! y creo que eran vacaciones! fue hace mucho tiempo que lo leí, pero me acordé porque wow... todo calza ahora. jajajajja

    Y Lennon <3 yo no supero a ese hombre. Es que por más que McCartney haga ojitos, que por cierto son preciosos y redondos, John es... simplemente él! jajajajajja tan frío y encantador, perfecto.

    Espero leer pronto, siempre quedo con ganas de leer más cuando leo uno de tus capítulos por dios! jajajjajaja esperaré, no demores pls! :3

    Cuidate! un abrazo.

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