domingo, 28 de diciembre de 2014

CAPITULO 52

Esa misma semana, un poco más tarde, Isla vuelve al club.

—Hola otra vez —dice.

—Hola —contesto—. ¿Qué quieres tomar?

—He hablado con John —me suelta sin más.

Mi corazón comienza a latir a toda máquina.
—Me dijo que eres muy buena asistente personal. Trago saliva.

—¿Ah, sí?

—Sí. Le sorprendió bastante saber que trabajas aquí. – Yo no digo nada.

—Bueno, ¿qué me dices? ¿Quieres trabajar para mí?

—Ya te dije que...

—Que eras una mala asistente personal, sí, sí, lo sé —me interrumpe—. Pero ahora que sé que estabas mintiendo, renuevo la oferta.

Suspiro.
—Mira, te agradezco mucho que me ofrezcas el trabajo y todo eso...

—¿De verdad lo vas a rechazar? —me reta.

La miro a los ojos por un momento, consciente de que mi jefe me está observando desde la zona del bar.

—Sí —contesto, y doy media vuelta.

—¿A qué ha venido eso? —me pregunta mi jefe después.

—A nada.

—Parecía bastante disgustada, Meg. Así que te sugiero que me cuentes qué ha pasado para deshacer el daño que has causado —me dice pedante.

—Me ha ofrecido un trabajo —le digo, lo que le sorprende bastante—. Pero lo he rechazado —añado y vuelvo al trabajo sin esperar a ver su reacción.

Un poco después, sentada en casa, en el sofá, es cuando comienzo a pensar en las palabras de Isla.

John sabe dónde estoy.

Me he esforzado mucho por no pensar en él. He evitado conversaciones en las que salía su nombre, revistas y periódicos donde quizás apareciera... Y ahora... Ahora sabe dónde estoy. Podría venir a buscarme si quisiera.

El corazón se me estremece con solo pensarlo.
¡Para, Meg! ¡Es un cabrón! Siento que debería abofetearme la cara para salir del trance.
Esa vida la dejaste atrás. No va a venir a por ti. Nadie va a venir a por ti. ¡Sigue con tu vida!
Pero siento un nudo en la garganta que crece cada vez más, hasta que no puedo evitarlo y rompo a llorar.

¡Mierda! ¿Dónde están los jodidos pañuelos de papel cuando los necesitas? Voy al cuarto de baño y tiró del rollo de papel higiénico, mientras intento controlar los sollozos. Son las doce pasadas y Bess y Serena duermen. Me sueno la nariz y vuelvo a mi “cama”. Pero en cuanto creo que he terminado de llorar, vuelvo a empezar. Intento ahogar el llanto con la almohada.

—¿Qué pasa? —escucho la voz preocupada de Bess por encima del sofá.

Bueno, está claro que no he llorado tan en silencio como creía. —Nada —le contesto—. Vuelve a la cama.
Se acerca y se sienta en el sofá.

—Meg, cuéntame qué pasa.

—¡No puedo! —exclamó y luego miro con preocupación a la puerta del cuarto de Serena (antes conocido como «mi dormitorio»).

—Tranquila —dice Bess—, duerme con tapones en los oídos. Y ronca como un elefante —añade, ladeando la cabeza.

—¿Y tú cómo sabes si los elefantes roncan? —pregunto entre lágrimas.

Bess me sonríe.

—Ahí casi me has parecido la Meg de siempre —dice, pero después se pone seria otra vez—. Perdona, no quería decir...

Me miro las manos. ¿Sabes qué? ¡A la mierda con las cláusulas de confidencialidad!

—Lo que voy a decirte no se lo puedes contar a nadie —la aviso.

—¡Claro que no! —susurra Bess. —En serio. Me podrían demandar... —Meg, suéltalo ya.

—Esta bien... —Respiro hondo y le cuento toda la triste historia. De vez en cuando suelta un ¡oh por dios!, pero en general se contiene bastante.

—Y aquí estoy —digo al final.

Agita la cabeza alucinada.

—¡No puedo creer que te acostarás con John Lennon! —exclama por trigésima vez.
Su reacción me habría hecho reír hace un mes. Ahora me pone triste. —¿Cómo coño conseguiste guardar el secreto? —pregunta.

—Yo te lo quería contar. Me moría de ganas, pero no podía. 

—Claro que podías —dice, frunciendo el ceño.
—No, Bess, no podía...

—Sí que podías —repite.

Suspiro.
—Tenía miedo de que se lo dijeras a Serena y ella vendiera la exclusiva a alguna revista o algo así.

Me mira ofendida.

—¡Yo jamás le habría dicho nada a Serena! ¡Es incapaz de guardar un secreto! La verdad es que me parece un poco pedante, si te soy sincera.

Me río.

—¿Ah, sí?

—Sí, —asiente con la cabeza—. Pero cocina los espaguetis a la carbonara. Lo que se agradece después de comer tus judías carbonizadas con tostadas.

Ahora sí me río.

—Sabía que te haría reír otra vez. —Me sonríe—. Desde tu regreso has estado hecha un hielo.

—Lo siento.
—No te preocupes. ¿Estás bien? —me ofrece otro trozo de papel higiénico y me limpio los ojos.

—Lo estaré. Aunque ahora mismo me cuesta creerlo. ¡Dios! —resopló—. Solo duré seis meses. Y Paola aguantó ocho.

—No te tortures más con eso —dice Bess con tranquilidad—. Se enamoró de ti más rápido que de la otra. Si te sirve de consuelo, yo creo que deberías estar bastante satisfecha, la verdad.

Anda. No lo había visto así.












Eso de contar todo, me suena a mala decisión :/

2 comentarios:

  1. En todo caso, eso de que de ella se enamoró primero, tiene bastante valor y poder para consolarla! jajajajaja dios me quedo con el consejo de Bess (? EXTRAÑABA MUCHO TUS CAPITULOS, al fin subiste! que felicidad! jajajajaj *0*

    Pero se me quitó toda la emoción que me consolaba de Lennon con eso de que, es una mala decision, mujer que es eso? U______U me haces morir de intriga, ya ma había quedado tranquila con la charla de Bess! XD te pido por favor subas pronto, fue muy cortito :c necesito más! jajajaja enserio! :C

    Un abrazo!

    pd: amé el gif con mi vida <3

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  2. Para mi no UnU para mi Bess es muy buena maiga, tal vez aun tengo mucha fe enla humanidad XD.. perdon por no comentar antes pero he tenido la seman atareada e_e... pero ese no es el caso es que subiste y te amo pore so.. Johnny cuando volvera a por Meg.. po que volvera verdad? :c dame ese regalo de navidad DDD: que tal y si meg estaembarazada DDD; bueno eos no UnU por que lennon es muy cuidadoso :p ¬w¬ en fin emm no se que mas decir porque todo me tiene de unas ansias, ya quiero que se encuentren y ya quiero que se reconcilien, tal vez no comopareja o tal vez si ¬w¬ pero quiero qu eya aparesza John *O*


    en fin felices dias espero y tengas un buen dia y mis mejores vibras desde el norete del pais de mexico :3 saluditos :3

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