Todo el mundo rompe a aplaudir de forma espontánea y yo miro a Paul y sonrío. Me encanta ir de boda.
—Lo siento mucho —me susurra al oído poco después, mientras uno de los amigos de Mike lee su discurso.
—¡No te preocupes! Ya te he dicho que no pasa nada.
—Te juro que le dije a Angela que no estábamos juntos, pero es obvio que no me cree.
Me vuelvo a reír. Pobre Paul. Apareció en casa de sus padres esta mañana para descubrir que su madrastra nos había instalado en su antigua habitación. A los dos. Paul me dijo que dormiría en el sofá, pero según parece su tío también va a dormir en casa. Y sus primos suecos. Los cinco.
—Tenía que haber reservado habitación en un hotel —se lamenta.
—Lo intentaste —le consuelo—. Pero si no recuerdo mal, tu madre no quiso ni hablar del tema. ¡No pasa nada! —Le doy un manotazo en la pierna—. Además, tampoco es la primera vez que compartimos cama, ¿recuerdas?
—Cierto —admite.
Me gusta la familia de Paul. Son muy divertidos. Su padre se toma el vino tinto como si estuviera a punto de caducar, tiene la cara tan rosa. Michael es igual. En cuanto a Paul, ahora le comprendo cuando decía que él había salido a su madre, Mary. Ella era una mujer alta y atractiva, con el pelo rizado y negro.
—¿Cómo era la madre de John? —pregunto sin venir a cuento.
—Alta, delgada, pelirroja. Y muy cariñosa y amable.
—¿Crees que su madre estaría decepcionada?
—No. Su madre lo quería muchísimo. Se habría sentido muy orgullosa de su hijo, eso seguro.
—Pues John no piensa lo mismo —comento triste.
—Ya lo sé. —Paul se apoya contra la pared con la mirada perdida en la pista de baile.
—No he pegado ojo en toda la noche con tanto jaleo. ¿Y tú? —pregunta Paul a la mañana siguiente, mientras estamos los dos tumbados en la cama. Su padre y la horda sueca estuvieron bebiendo casi toda la noche en el salón, en el piso de abajo.
—¿Te apetece un té?
—Sí, pero no me atrevo a bajar.
—Seguramente Angela ya estará allí y habrá preparado un suculento desayuno para impresionarte.
—¿De verdad piensa que estamos juntos? —pregunto de nuevo.
—Desde luego. Sobre todo después de esto. —Y señala la cama de matrimonio en la que hemos dormido—. Tú disfruta. Prepara unas tostadas con fruta que son una delicia. Si quiere dar buena impresión seguro que ya las tiene hechas. Venga, vamos.
—¡No puedo bajar en pijama!
—Claro que sí. Estás estupenda. Venga.
Lo sigo a regañadientes.
El aroma a pan recién horneado me acaricia la nariz nada más salir del cuarto de Paul. Lo miro encantada.
—¡Oh!
—No. Su madre lo quería muchísimo. Se habría sentido muy orgullosa de su hijo, eso seguro.
—Pues John no piensa lo mismo —comento triste.
—Ya lo sé. —Paul se apoya contra la pared con la mirada perdida en la pista de baile.
—No he pegado ojo en toda la noche con tanto jaleo. ¿Y tú? —pregunta Paul a la mañana siguiente, mientras estamos los dos tumbados en la cama. Su padre y la horda sueca estuvieron bebiendo casi toda la noche en el salón, en el piso de abajo.
—¿Te apetece un té?
—Sí, pero no me atrevo a bajar.
—Seguramente Angela ya estará allí y habrá preparado un suculento desayuno para impresionarte.
—¿De verdad piensa que estamos juntos? —pregunto de nuevo.
—Desde luego. Sobre todo después de esto. —Y señala la cama de matrimonio en la que hemos dormido—. Tú disfruta. Prepara unas tostadas con fruta que son una delicia. Si quiere dar buena impresión seguro que ya las tiene hechas. Venga, vamos.
—¡No puedo bajar en pijama!
—Claro que sí. Estás estupenda. Venga.
Lo sigo a regañadientes.
El aroma a pan recién horneado me acaricia la nariz nada más salir del cuarto de Paul. Lo miro encantada.
—¡Oh!
—Espera a probarlas —dice.
—¡Buenos días! —nos saluda su madrastra. Ella no bebió mucho anoche. En cambio, no hay rastro del padre de Paul—. ¿Te apetece una taza de té, Megan?
—Sí, por favor —contesto.
—Sí, por favor —contesto.
—Es solo Meg, Angie —le informa Paul.
—Pero tú la llamas Megan —se defiende.
—Es una broma.
—¿Y qué tiene eso de gracioso? —pregunta.
Paul me mira.
—La verdad es que poca cosa. ¿Por qué te llamo Megan?
—No lo sé. —Me encojo de hombros.
—Bueno, pues es Meg. Angie, ¿nos preparas unas tostadas con fruta? —Parece un niño. De hecho, me los imagino a los dos, a Johnny y a él de niños, sentados a esa misma mesa.
—Oh, serás... —gruñe su madrastra, pero mete cuatro rebanadas de pan en la tostadora—. Bueno, Megan... Meg —se corrige—, ¿qué haces ahora? Paul dice que ya no trabajas para John, ¿no?
—No. Ahora estoy de camarera en un club privado.
—Hum. ¿Y cómo es trabajar para el pequeño Johnny?
Intento no sonreír ante lo de «pequeño Johnny», porque de pequeño nada.
—Pues está bien —contesto.
—¡Hey, no seas chismosa! —le regaña Paul.
—¿Qué pasa? ¡Me lo puede contar si quiere!
—Pero no quiere, Angie—dice—. No lo dice por educación.
—¿No es verdad, eh, Megan? Digo, Meg.
—Eh, no —contesto.
—Bueno, ¿cuándo se conocieron? —nos pregunta y yo respiro aliviada con el cambio de tema hasta que me doy cuenta de por dónde van los tiros.
Paul pone los ojos en blanco.
—¡Angie! ¡Déjalo ya! Meg y yo no estamos juntos. Resopla.
—Ya, pues a mí me parece que hacen una buena pareja.
—Bueno, pues es Meg. Angie, ¿nos preparas unas tostadas con fruta? —Parece un niño. De hecho, me los imagino a los dos, a Johnny y a él de niños, sentados a esa misma mesa.
—Oh, serás... —gruñe su madrastra, pero mete cuatro rebanadas de pan en la tostadora—. Bueno, Megan... Meg —se corrige—, ¿qué haces ahora? Paul dice que ya no trabajas para John, ¿no?
—No. Ahora estoy de camarera en un club privado.
—Hum. ¿Y cómo es trabajar para el pequeño Johnny?
Intento no sonreír ante lo de «pequeño Johnny», porque de pequeño nada.
—Pues está bien —contesto.
—¡Hey, no seas chismosa! —le regaña Paul.
—¿Qué pasa? ¡Me lo puede contar si quiere!
—Pero no quiere, Angie—dice—. No lo dice por educación.
—¿No es verdad, eh, Megan? Digo, Meg.
—Eh, no —contesto.
—Bueno, ¿cuándo se conocieron? —nos pregunta y yo respiro aliviada con el cambio de tema hasta que me doy cuenta de por dónde van los tiros.
Paul pone los ojos en blanco.
—¡Angie! ¡Déjalo ya! Meg y yo no estamos juntos. Resopla.
—Ya, pues a mí me parece que hacen una buena pareja.
Creo que la son muchas personas que insisten en la relacion entre Paul y Meg :D