domingo, 14 de septiembre de 2014

CAPITULO 41

Santiago aparece por casa al día siguiente y es agradable verlo después de tanto tiempo fuera. No ha hecho calor suficiente para bañarse en la piscina, pero como hay que limpiarla de todas formas, me uno a él en la terraza para charlar.

Quiere que le hable de la gira, pero más que nada, quiere saber qué ocurrió cuando John y yo desaparecimos de la faz de la tierra. Tengo que tener mucho cuidado con lo que digo. Brian no ha hablado conmigo desde que volvimos. Si llama para hablar con John, va directamente al grano. John mantuvo su palabra y lo amenazó con despedirlo. Eso, al menos, me consuela algo.

—¿Adonde fueron? —pregunta Santiago.

—A una casita de campo en mitad de ninguna parte —le digo—. Para que se desintoxicara.

—¿No hicieron otra cosa, verdad? —pregunta, guiñándome un ojo. —¡Claro que no! —contesto airada.

Me sonríe socarrón.

—¿Dónde está John?

—En su estudio, creo.

—¿Crees que le importará que fume?

—Mejor da la vuelta hasta la parte de delante, por si las moscas —le digo—. Yo te acompaño.

Caminamos hasta la parte delantera de la casa y nos sentamos bajo un árbol, cerca del garaje. Santiago lleva unos pantalones cortos de color beige y un chaleco blanco. Yo visto un jersey rojo y unos vaqueros. Puede que sea invierno, pero el tiempo es muy suave.

—¿Qué país te gustó más? —pregunta Santiago mientras se enciende un cigarrillo y se apoya contra el árbol. Yo me siento con las piernas cruzadas frente a él.

Medito la respuesta.

—Pues es difícil de decir. Algunos países destacan de los demás, pero no siempre por algo bueno.

—Ah —dice mientras me mira con sus oscuros ojos.

—Ámsterdam me encantó...

—¡Drogas! —bromea.

—No, no es por eso —me río—. No, me gustaron los canales. Es un lugar bonito, pero también pasé una mala noche allí, así que digamos que eso me fastidió el recuerdo.

Pienso en Paul de nuevo y recuerdo cómo me cuidó. De repente me entristezco. Desde que volvimos no he vuelto a saber de él. Al menos conmigo no se ha comunicado. John no ha dicho nada tampoco. Miro el cigarrillo de Santiago, absorta.

—¿Por qué fue una mala noche? —pregunta.

—Bebí demasiado. —No le cuento los detalles—. También me gustó mucho Barcelona. —Pero, de nuevo, tengo malos recuerdos de esa ciudad porque allí fue donde supe lo de la abuela. Y fue donde vi a John drogarse por primera vez...

—Me encantaría ir allí —comenta. 

—Y deberías.-

—Ni siquiera tengo pasaporte —dice. 

—¡Pues háztelo! —río.

También me gustó París, pero ahí se produce otra de esas combinaciones de bueno y malo. Últimamente ha habido mucho de eso. De súbito recuerdo a John besándome.

—¿Me das un cigarrillo? —le pregunto a Santiago de repente. No fumo desde mi primer año en la universidad, pero ahora mismo me apetece uno, así, de repente.

Me mira sorprendido, pero me pasa un cigarrillo y luego se inclina para encenderlo. No he dado más de dos caladas cuando aparece John doblando una esquina en dirección al garaje y vestido con la ropa de motero.

—¿Qué mierda haces? —dice cuando me ve. Se acerca a grandes zancadas y me arrebata el cigarrillo de los dedos.
—¡Eh! —exclamo.

—¡Tú no fumas! —grita, arrojando el cigarrillo al suelo—. ¿Y qué carajos haces tú? —Descarga su ira en Santiago—. ¡A trabajar!

Santiago se pone en pie de golpe y tropieza sobresaltado. Después vuelve a toda prisa a la parte de atrás de la casa y desaparece de mi vista.

Observo a John alucinada mientras él fulmina con la mirada a Santiago. Luego me mira con tal expresión de asco que casi me caigo para atrás. A continuación se dirige al garaje, sin decir ni una palabra.

—¡Eh! —le grito.

Ni caso.

—¡John!

Va directo al garaje.

Ahora sí que estoy enfadada.

Me levanto y lo sigo. Abro la puerta lateral y luego la cierro con un portazo. Da media vuelta al oírlo.

—¿Te importa? —me dice a gritos.

—Pues ya que lo dices, sí me importa —contesto—. ¿Qué carajos te pasa?

—Déjame, Meg —me avisa, volviéndose hacia la moto.

—No, no lo voy a dejar, John. No puedes echarme un polvo, ignorarme y luego abroncarme si fumo.

Se sube a la moto, gira la llave de contacto y pone el motor en marcha.

—¡John, te estoy hablando! —Pero el estruendo de la moto ahoga mi voz. Alargo el brazo para apagar el motor, pero él me toma de la muñeca, con fuerza— . ¡Suéltame!

No lo hace. Me mira los labios mientras intento liberarme, pero me suelta cuando oye pasos sobre la gravilla, frente a la puerta del garaje abierta. 

Me giro y veo a Lewis, uno de los guardias de seguridad de John, ocupado en sus cosas. Cuando quiero darme cuenta, Johnny ha vuelto a poner en marcha el motor. 

Toma el casco del manillar y se lo pone antes de salir derrapando del garaje. Me cruzo de brazos mientras lo veo alejarse.










Es corto, lo se, pero con este John, aunque sea corto, es emocionante hahaha. De nuevo gracias por seguir leyendo y por los comentarios :D Cada vez que veo que comentan, me sacan una gran sonrisa :)
PD: El siguente capitulo es de los mas emocionantes! ;)

2 comentarios:

  1. Aay no puede ser! estoy IMPACTADA por dios, John nos pone los pelos de punta! juro que me pongo en el lugar de Meg y mueroooo jajajsjaj síguela por favor! ❤️ Quedé con muchas ganas de leer y saber que pasa luego!

    Cuídate, saludos :3 e insisto, sube sube sube sube sube sube sube

    Ahora que puse presión, me voy! Jajajsja :3

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  2. Por favor por favor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! sube hoy :c lo estoy esperando, me he quedado super picada con todo esto.. Maldito Lennon, creo que sufria algo de bipolaridad este hombre >:C....
    pero en fin.. quiero mas y espero puedas hacerlo esta noche :D

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